Nunca he tenido mayor problema en mezclar trabajo y placer, máxime cuando el placer es mío y el trabajo de otros. De esta manera acepté encantando la invitación de mi buen amigo Jacinto para asistir a una cata de aceites que impartiría en la almazara de Colmenar de Oreja. 

Con esta magnifica excusa diseñé una ruta por lo pueblos cercanos entre las vegas de los ríos Jarama, Tajuña y Tajo. Sobre el plano, nada podía ir mal. Los puntos clave de la ruta circular eran Morata de Tajuña, San Martín de la Vega, Cienpozuelos, Aranjuez, Villaconejos, Colmenar de Oreja, Chinchón y Rivas. 

La ruta:

 

Todo comenzó con una elaborada selección de puntos de interés y una valiente desactivación de autopistas y peajes en las opciones del navegador. La primera consecuencia fue la incursión por las proximidades de la incineradora de Valdemingomez. Ante la atónita mirada de los camioneros que circundan esta zona.

Recuperé el sendero para dirigirme al pueblo de Morata de Tajuña. Una vez en Morata, pasé por delante de las bodegas de Licinia, cuyos caldos he probado en más de una ocasión y recomiendo.

El paisaje transcurre entre olivares, viñedos, encinas y las fértiles vegas de los ríos Tajuña, Jarama y el majestuoso Tajo.

San Martín de la Vega, donde a parte de la Warner podemos recorrer un casco histórico con monumentos como la Iglesia de la Natividad de Nuestra Señora o la Casa Palacio de Gózquez de Arriba.

Continuamos hacia Cienpozuelos, a destacar las Salinas Espartinas, al sur de la localidad, con un importante conjunto de yacimientos neolíticos y minas de sal.

Seguimos ruta hacia Aranjuez, monumental ciudad que albergó la corte en el siglo XVII siendo sitio real de los reyes Felipe V, Fernando VII, Carlos III y Carlos VI. Destacan el palacio y sus jardines, la Iglesia de San Antonio, los numerosos puentes que cruzan el Tajo y un largo etcétera por lo que merece la pena una visita más prolongada.

Es el turno ahora de Villaconejos, el pueblo de los melones, que cuenta incluso con un Museo del Melón. Son destacables también las hermosas vistas desde el Barranco de Villacabras.

Llegamos ya a Colmenar de Oreja, punto clave del viaje. Parada y fonda en el restaurante Bolsitas, muy recomendable. Me atreví con unos garbanzos con oreja y chorizo muy ricos. Luego asistí a la cata de aceites que organizaba Cooperativas Agro-alimentarias de Castilla la Mancha en la cooperativa del Campo Santo Cristo.

 

La cata:

 

El objeto del viaje era la invitación a la jornada de comunicación y cata de aceites que de forma magistral dirigieron Pilar Colonge, de SIC agroalimentaria y Jacinto Tello, de Cooperativas Agro-alimentarias de Castilla la Mancha.

Fue un honor y un placer compartir experiencias con los agricultores cooperativistas que allí se dieron cita.

En un principio, la cata estaba preparada con 6 tipos de aceites que de forma amena, profesional, docta y asertiva nos fueron presentados por Don Jacinto Tello. Pudimos apreciar todos los matices y diferentes calidades de las seis variedades.

Tal fue el grado de implicación de la experta concurrencia que a estos seis se sumaron otros dos, siendo el último, el aceite virgen extra de la presente cosecha de la propia cooperativa del Campo Santo Cristo. Muy recomendable por cierto.

 

La vuelta:

 

Tras la finalización de la jornada de cata, regresé a casa. La visión de una hermosa puesta de sol desvió mi trayectoria y llegando a Chinchón, ultimo pueblo de la ruta, me dejé llevar por la puesta de sol sin hacer caso de las indicaciones hasta que finalmente atardeció.

Una vez retomado el camino de vuelta a casa, pude contemplar con las últimas luces de la tarde los olivares tan presentes durante toda la jornada. Habrá que volver.

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